Este fin de semana ha sido intenso en todos los sentidos, para bien y para mal.
El sábado fue la fiesta de Pilar Gefaell, pero esto me lo reservo para otro post ya que estoy preparando y recopilando el material gráfico para poder ilustraros como Diós manda. Pero adelanto que fue una fiesta maravillosa, llega de buen rollo, magia, energia positiva, poesía, mucha música y mucho amor, a borbotones...
Por la noche, antes de acostarme, las nenas habían dejado la silla de madera en el pasillo y le di tal patada con mi pié descalzo que me llegó el dolor hasta la coronilla. Vi la galaxia entera. Me costó un montón dormirme del dolor que tenía en el dedo del pie.
Y el domingo, el día de la madre... vaya día. Me levanté y nadie se acordó que era el día de la madre, ni yo, hasta que abrí el facebook y vi una entrada de Natalia felicitando a todas las madres.
Después más de una hora batallando con Berta, porque ahora sólo quiere ponerse falda y medias o en su defecto pantalones estrechos para ponerse las botas por fuera. Y esta movida es cada día desde hace tres semanas y en domingo vale, pero cuando hay que ir al cole... pues siempre llegamos tarde por las dichosas medias y falda.
Después fuimos a comer a casa de mi suegra, salieron a pasear al perro Jordi y las niñas. Júlia con su patinete, se despistaron, se lo dejaron en el parque y se lo robaron. Un patinete de las Monster High que costó un montón conseguirlo; en un parque que no pasa nadie. Pero pasó un padre con una niña y se le llevaron y se quedaron tan anchos. Cagontó. Me entró una mala leche que no os quiero ni contar. Júlia, cero preocupación o malestar. Se conformó diciendo: "Bueno, tinc més mitjans de transports, tinc la bici, els patins..." y se quedó tan ancha la niña y yo me carcomía por dentro.
Cuando llegamos a casa se durmieron en el coche y yo no abrí la boca y mejor. Les pusimos el pijama y mientras Jordi les daba un cola-cao, me agarré la aspiradora y empecé a desprenderme de mi ira acabando de aspirar el piso y tirando dos bolsas de basura industriales llenas de muñecos al contenedor de la ropa despejando así de una vez por todas el salón que está invadido de juguetes.
A todo esto el pie me dolía una barbaridad... me fui a dormir, pero me costó mucho agarrar el sueño por el dichoso dolor y por el siestorro que me pegué en casa de mi suegra.
El lunes por la mañana otra vez la misma historia con la falda y las medias y los pantalones estrechos. Y el martes otra vez.
Ayer estuve en urgencias por la noche porque como el dolor del pie no remitía fui a ver si me hacían una radiografía para que me lo miraran. Estuve dos horas. Pasé por rayos y al final nada, el golpe. Me hicieron un vendaje que me dolía más que sin y al final me lo quité porque aquello no había quien lo aguantara.
Mientras que esperaba en un box el resultado, estaban curando a una niña, que no sé si era autista o disminuida psíquica, que se había caído y se había abierto la barbilla. Le pusieron cinco o seis puntos. Pero la niña de unos doce años aproximadamente, aguantó como una bellaca mientras le cosían. Ella no hablaba, porque por lo que oí no hablaba nunca y que entendía órdenes muy básicas y yo detrás de la cortina del box pegándome un panzón de llorar tremendo, pensando en el coraje de esa madre y de todas las madres con niños con problemas de salud. Y lo valiente que era esa niña y lo bien que se portó mientras la cosían y daba gracias por tener unas niñas tan sanas, con tanta salud y sin problemas...
Y yo quejándome por unas medias, una falda y unos pantalones estrechos... no tengo derecho a quejarme. Tengo una suerte inmensa por estas dos niñas tan sanas.
2 comentarios:
Desde hoy tienes una admiradora más. He disfrutado leyéndote. Gracias por compartir esos momentos y narrarlos como lo haces.
Aix, muchísimas gracias! no sabes la fuerza que me dais con estos comentarios. Muchísimas, muchísimas gracias por quedarte en mi rinconcito!!!!
como te llamas?
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