miércoles, junio 23, 2010

Sorpresas te da la vida, ¡ay Diós!




Esta mañana me he levantado. Me he metido en la ducha. Hoy mi día tenía que ser movido pero controlado.

Tenía tres visitas en Barcelona, dos más o menos por la misma zona, Sant Gervasi / Vall Hebrón y una tercera en el quinto pino, Rambla Poble Nou.
Llevo a Júlia al cole. Hoy último día de curso. Ya ha terminado con éxito P3 y en Septiembre a P4, ¡qué mayor!
Vuelvo a casa para coger algo de fruta para mi desayuno de las doce. Salgo del parking, enciendo el Tom Tom (navegador) y me voy rumbo a Barcelona por la carretera de l'Arrebassada. Últimamente la cojo a menudo y es muy agradable, con el fresquito de la mañana, el sol saliendo tímidamente de entre la espesura de árboles de la sierra de Collserola, y el aire fresco que entra por la ventanilla de mi coche.
Llego a la primera visita muy temprano, a las 9:30 h; habíamos quedado a las 10:30. Cojo mi libro de la gratitud que siempre llevo en el coche y empiezo a dar gracias por todo: por este maravilloso día, por las sorpresas con las que me va a sorprender este día, por que soy una persona con mucho éxito en todos los ámbitos de mi vida, por esta familia tan maravillosa que he creado, en fin, dar las gracias es un trabajo gratificante.
Llamo a la clienta y no me cogen el teléfono; es que todavía no han llegado. Y cojo el otro libro, el de la estrella más brillante de Marian Keyes que también lo llevo en el coche para estos casos y me leo un capítulo. 
Estoy aparcada en la zona verde y pasa el señor que controla, me dice que tengo que sacar el tiquet y le digo que sí, que acabo una cosa y lo saco. Vale, vale me dice.
Son las 10, vuelvo a llamar a la clienta, me coge el teléfono y le va fabuloso atenderme ya. Perfecto, así no voy tan apretada de tiempo.
Salgo de la visita y me preparo para la segunda, tengo que ir hasta la calle Arenys que no tengo ni idea de donde está.
Cojo el tom tom. Lo enciendo. ¡No va! ¡Muerto! ¡Caput! Le saco la tarjeta y se la vuelvo a poner. Nada. Tiene un mini agujero que si se mete un clip metálico (de los de toda la vida) se reinicia y funciona. Pero no tengo clips. Pero tengo una tapa de un boli bic y tengo un cuter, así es que saco punta al palito de la tapa y lo introduzco en el agujerito a ver si se reinicia el maldito Tom Tom. Nada. Lo conecto al mechero del coche. Nada. Se enciende la luz verde conforme le llega corriente pero está muerto. El pánico empieza a apoderarse de mi, pero recuerdo lo que he escrito en el libro de la gratitud: gracias por este día tan maravilloso que voy a tener, gracias por las sorpresas con las que este día me va a sorprender... respiro hondo y me acuerdo que mi super móvil nuevo tiene navegador, aunque no lo había investigado todavía. Bien, llegó la hora de hacerlo.
Abro el menú, mapas, introduzco la dirección y ¡voilà! funciona. Empiezo a tranquilizarme, aunque no tengo donde poner el móvil para ir visualizando la ruta... de repente se me ocurre ponerlo encima de la pantallita del parrot (dispositivo de manos libres). Mira, se aguanta. Me guía estupendamente hasta donde cristo perdió la zapatilla a mano izquierda que estaba la farmacia a la que me dirigía a visitar a la clienta.
De tanto en tanto oía un "pip". Tengo la batería baja. ¡O no! ¡Qué más sorpresas tiene este día para mí!
Imposible aparcar el coche en esa zona y después de tres vueltas lo dejo en carga y descarga y dejo una nota en el salpicadero, por si por casualidad un urbano tiene la gentileza de reparar en mi coche y multarme.
La clienta habla, que te habla por teléfono. He llegado media hora antes de lo previsto. Voy y total para nada. No sabe ni ella misma lo que quiere, y lo que es más importante, no tiene ni el cristal puesto (yo estoy a la espera de que el cristalero, que es cliente mío, me pase las medidas), pero se emperró que fuera para comentar que es lo que quería poner. Y lo que quiere poner son unas putas rayas de vinilo efecto ácido y el nombre de la farmacia y cuando le propongo que ponga el logo o algunos dibujos discretos, no, no, quiere rayas. ¡Y para eso me hace venir hasta aquí! Eso se puede resolver perfectamente por correo electrónico. Pero bueno, ya he ido. Y ahora tengo que ir hasta la otra punta de la ciudad, hasta Rambla Poble Nou, que no tengo ni pajolera idea de cómo se va desde aquí (ni desde ningún sitio), sin Tom Tom estoy perdida, nunca mejor dicho. Pero bueno, estoy salvada porque tengo el móvil. Introduzco la dirección y Rambla Poble Nou, ni Rambla Pueblo nuevo, ni nada de nada. Esta calle no está registrada en el callejero del móvil. 
Llamo a mi jefe, para que me diga el nombre de una calle que esté cerca para que me vaya guiando, calle Llull. Introduzco dirección y me pongo en marcha.
Los "pip-pip" de la batería cada vez son más seguidos, llego a la Diagonal y cuando me hace bajar por la calle Sardenya, en un semáforo me doy cuenta de que mi móvil ha muerto. En silencio. Sin avisar. Ahora sí que la hemos jodido. En medio de Barcelona, sin móvil, sin Tom Tom y una visita pendiente por hacer.
Menos mal que tengo el móvil de la empresa y llamo a Jordi. Está enfermo y está en casa, así que conecta Sant Google que todo lo sabe y me hace de Tom Tom personalizado.
Llego a la visita y ¿con qué me encuentro? con una señora que no está, que me dice que está comprando unas cositas que le hacían falta y que en un minuto llega... y pasan veinte minutos y por fin llega la señora. Tiene unos rótulos y quiere aprovechar los plásticos. Por ahorrar. Y no sabe que lo que cuesta limpiarlos le va a salir más caro que unos nuevos... Aish, que asco de día. ¡Menudas sorpresas tenía el universo preparadas para mi!
Por la tarde fui a buscar a las nenas. Primero a Júlia y luego a Berta. Últimamente recoger a Berta de la guardería es un verdadero infierno. ¡No se quier ir! Montarla en el cochecito es un suplicio. Berreando y levantándose haciendo fuerza cual niña del exorcista. No hay manera de atarla al cochecito. Ni haciéndole cosquillas para que pierda la fuerza y se siente de una maldita vez. Ni diciéndole que vamos al parque... las otras madres sorprendidas porque en todo el curso no habían visto jamás a Berta así. Y es que la niña está sacando y reafirmando su personalidad. Además ya ha empezado con el "Ño". Cualquier cosa que le dices: "Ño". Anem al parc: "Ño", "Berta, marxem: ño" y así todo el rato.
Al final consigo meterla en el cochecito, muy a regañadientes. Salimos de la guardería y vamos un rato al parque. Como ya hace buen tiempo salir del cole y meternos en casa es un poco rollo. Pero ya sabéis todos como es mi relación con el parque. Y el que no lo sepa todavía decirle que mi relación con el parque es estresante, estresante.
Veo el peligro en todos los sitios. Pero no es que me lo imagine yo. Es que el peligro realmente está. Y si no que se lo pregunten a Julieta, que el sábado pasado se cayó del columpio hacia delante y se solló una rodilla, con sangre y todo. Y con Berta, el peligro es aun mayor, además que no para quieta.
Nunca he llegado, ni llegaré a comprender a esas madres que se sientan tranquilamente en el banco a cotillear con otras madres y no hacen ni caso a sus hijos. Claro, es que ya estoy yo para vigilar que no se caigan ni del columpio, ni del tobogán traicionero que hay en el parque de delante de la guardería. (Traicionero, porque en su corto recorrido tiene un bache que hace que los niños peguen un gran bote; es tu tobogán muy corto, muy empinado y en medio un bache, lo que lo convierte en un peligro auténtico).
Cuando ya íbamos a irnos, no sé ni donde, ni como Júlia se calló y se volvió a abrir la herida de la rodilla y le empezó a salir sangre y ella llorando y sufriendo muchísimo. Y gritando: no em toquis, ay, ay, ay. No em toquis...
Yo - Júlia, anem a netejar la ferida.
Júlia - No, no, no. Ay, ay, ay. No, no, no. Ay, ay, ay...
Total que me la monté a caballo en la espalda y empujando el cochecito con Berta sentada, nos fuimos del parque para casa. 
Yo estaba medio muerta, de cansancio de la mañana que había tenido y con el calor que pegaba estaba loquita por llegar a casa.
Llegamos a casa y nos encontramos a mi madre que había venido y se había puesto a planchar ropa. ¡Es que las mamas, son las mamas! En fin, tuve un maravilloso día, sí señor. Podía haber sido peor.


4 comentarios:

fanett dijo...

Bueno pero que dia tan movido ademas sin tom tom pero lo importante es que superaste los odstaculos ;)

maria josé dijo...

pues si, pero esa sensación de estar vendida por culpa de la tecnolgia es horrible. Y antes que no pasaban estas cosas!!!! hay que ver!!!

Jordi Cano dijo...

El secreto está en saber en qué agujero meter el palito.

maria josé dijo...

La respuesta al secreto de meter el palito en el agujero correcto tenías que saberla tu, porque yo no vi el dichoso agujerito del tom tom, tapado por el papel que aguanta la tarjeta de los mapas, que no sé por que razón se cae.

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