EMPEZANDO A EMPEZAR

Maldita Ley de Murphy

Esta mañana me ha costado una vida levantarme. Debe de ser este día tan espeso que hace, porque a Júlia también le ha costado un montón.

Hemos llegado más o menos bien al cole y a Berta hoy la ha llevado el papa.

Siempre, siempre, siempre hay una ley que es infalible y esa es la de Murphy.

Hoy, camino al trabajo, voy diseñando mi maravilloso día en mi mente: llegaré a Molins, aparcaré en la puerta, me pondré a hacer las llamadas de rigor para tratar de conseguir visitas comerciales como sea. Conseguiré muchas visitas. De tanto en tanto, cruzaba por mi mente un gracias universo por que soy la mejor comercial del mundo y esas cosas que una misma se dice para subir su estado de ánimo y su autoestima. Cuando de repente y siempre en el mismo punto, me suena el móvil.

9:13 -

J- Buenos dias ¿qué vienes para la oficina?

MJ - Si, ya estoy de camino.

J - ¿Por donde vas?

M J - A punto de la bifurcación de Tarragona y Molins.

J - ¿Te va bien ir a recoger unas lonas, tienes alguna salida?

MJ - No, pero entro a Molins y doy la vuelta.

J - Muy bien gracias. Ahora nos vemos.

Ya me estoy desviando de la planificación mental de mi maravilloso día.

Vuelvo a Rubí a buscar las lonas y me digo: ¿Me paro a tomar un café o voy para la oficina? Va, me lo tomo en el despacho. ¿Voy por la carretera o por la autopista? Por la autopista es más rápido, si voy por la carretera con el rollo de las rotodas...

Me meto en la autopista y en el mismo punto donde me sonó el teléfono hay un atasco. En la pantalla luminosa reza: "Retención por accidente". Mierda. Mierda y mierda. Mi maravilloso día a tomar por culín. Tranqui. Relax.

Me lo tomo con filosofía, sin ponerme nerviosa. Hablo por teléfono con Jordi y en el mismo punto de caca se corta todo el rato, porque justo ahí no hay cobertura. Lo vuelvo a llamar. Me echo unas partidillas al jueguecillo del móvil. Llamo a mi sobrino y le dejo un mensaje porque no me lo coje. Me limo las uñas de las manos. Me miro la cara en el espejo. Me miro los dientes. Me miro los ojos. Ya no tengo más uñas que limarme, tampoco es plan de ponerme a limarme las uñas de los pies. Me cambio de carril; después de tanto rato de observación creo que el carril de la derecha va más rápido. Y así es. Llevo una hora y media parada. Si hubiera ido por la carretera con sus rotondas ya estaría en el despacho haciendo llamadas. Me pongo música. Canto. ¿Por qué no me habré tomado el maldito café en Rubí? Parece que los coches empiezan a moverse. Llegamos al punto donde ha habido el accidente: un camión y cuatro coches destrozados. Tres coches de los Mossos d'esquadra. La grúa. Carril de la derecha cortado y más cola. Y esto a 700 metros de la maldita salida de Molins de Rei. Tengo un dolor de cabeza que me las pelo. Por fin llego al despacho, aparco en la puerta, me tomo una pastilla y me tomo el café que ya me había tenido que tomar.

Me siento en mi mesa. Llamadas de rigor y triunfo absoluto. Consigo tres visitas: dos nuevas y una que es segunda visita para hacer presupuesto de una cadena de jugueterías para su nueva tienda en un nuevo centro comercial. Gracias. Mi día ha sido perfecto. De momento.