Por fin es viernes
De momento la mañana no ha tenido desperdicio:
Llegamos tarde al cole, ¡a las 9:00! Júlia entra a las 8:45 h. No hay manera de que se vista y se vista rápido. La he amenazado en dos ocasiones en que si no se vestía la llevaría al cole en braguitas; ha surgido efecto a la segunda, que se ha puesto los pantalones rapidamente.
Me pongo a cien. Está en una edad, que no hace ni puñetero caso y sólo tiene cuatro años. Como no la metamos en berea, que hará con 15 años. En fin, le he explicado que a partir de ahora, vamos a poner una cartulina en la habitación y que el día que se vista sola y rápido pondremos un gomet del color que más le guste, y si no lo hace le pondremos un gomet de otro color. Cuando haya rellenado todas las casillas del día que lo hace bien, tendrá un premio; y el día que no lo haga habrá una consecuencia. Vamos a tener que aplicar las estrategias de Super Nani, porque ya por la mañana salgo de casa a punto de que me de un infarto.
El camino de casa al cole en coche es infernal: 1,2 km, ¡18 pasos de peatones!, y en Sant Cugat como no te pares te los llevas por delante. Y te tienes que parar por narices. No es como otras ciudades que pones el pie en el paso de peatones te pasan la rueda por encima, dicen: "¿qué era eso? dan marcha atrás (te vuelven a pisar el pie) "ah, un peatón" y vuelven a irse volviéndote a pisar con la rueda... Sant Cugat no es así.
Además la gente no tiene prisa. Parece que vayan a cámara lenta, pero muy lenta, muy lenta. Y tú con la prisa, con el subidón porque ya sales calentita de casa de las batallas matutinas.
O luego pasa uno, media hora esperando que cruce. Bien ya ha cruzado, vas a arrancar el coche y viene otro; y la misma operación con tres o cuatro personas más. Pues eso multiplicalo por 18 pasos de peatones. Un infierno. Luego, el que para en doble fila en la calle de dos sentidos y se para uno en doble fila pero en cada carril, vas a rebasar uno y te tienes que parar porque pasa el jodido peatón por el jodido paso de cebra.
Llego al cole, la suelto hoy tenía ruta: Molins de Rei (dejar un bulto de vinilo), El Prat de Llobregat, visita en una empresa de cosmética profesional, tengo visita a las 10:30 pero llego a las 9:38 h. Me espero un ratito y a las 10:10 h lo llamo para ver si me puede atender antes. Me dice que mejor a las 10:30 h. Bueno, sigo esperando. Para sosegarme del estrés, he cogido mi libro de la gratitud y me he puesto a dar las gracias por todo. Como he tenido mucho tiempo, hoy he podido escribir mucho. La verdad es que me he relajado.
Salgo del cliente y me voy para Molins que tengo que hacer un presupuesto super urgente (anoche a la 1 de la madrugada estaba aún enviando mails al proveedor para que me mandara cagando leches el presupuesto esta mañana. Mi jefe dice, que no le acojone a los proveedores ni los esplote a la una de la madrugada). El maldito Tom Tom me lleva a donde le sale de los cojones, por mucha dirección que yo le introduzca. Sobre todo en las salidas. Total que saliendo del Prat, me he pegado una vueltecilla turística por la Zona Franca, hasta que he hecho caso omiso del maldito navegador y me he dejado llevar por mi orientación.
He llegado a Molins, con un hambre atroz, pero no he podido desayunar hasta que no he entregado el maldito presupuesto. Después me he ido a Rubi a llevar unas impresiones a otro cliente (el del montaje del jueves por la noche) y luego de vuelta a Molins. Estoy agotada del todo, y solo llevo medio día, con la esperanza de que no tenga que ir a Montcada a buscar unos vinilos y luego a llevárselos al jefe a Cornellá.
Espero tener una tarde tranquilita con Berta, ya que Júlia hoy tiene pisicina.
Y a la noche: gospel. Estoy deseando que llegue el viernes para ver a mis compis de gospel. Son lo mejor de los viernes en especial algunos de ellos que ya saben quiénes son: R y McC, A (F), A de doble A), N y M (mis niñas) y ruego me disculpen si me dejo alguno pero es que estoy un poco espesita.
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