Hoy no puedo escribir gran cosa, lo justo. Se me ha escacharrado el teclado y menos mal que soy una mujer de recursos y tenía un tecladillo cutre salchichero que regalaban en los botes grandes del colacao, ¡bendito colacao, gracias! Ah, colacao, ¡cuánto te echo de menos en este momento tan duro, mi séptimo día de ayuno! Y el chocolate... negro, ¡que bueno! Aunque contenta y optimista porque solo me faltan tres días de ayuno y tres de recuperación a la comida normal.
Cada vez que estoy de ayuno me entran unas ganas terribles de cocinar y hoy de cena he hecho una ensaladita de lentejas y de segundo unos rollitos de jamón dulce, con philadelphia y queso, y para que veáis como son los hombres que siempre piensan en lo mismo:
Situación, yo en cocina, Jordi, Berta y Júlia en el baño, Jordi seca el pelo a Júlia y le digo:
MJ - ¿Tu también quieres rollo (evidentemente de jamón y queso)?
J - (risas...) Hombre, pues claro, yo siempre quiero rollo, ¿me ducho o qué?
MJ - No, de jamón y queso.
J - (No escucha nada) Ya sabes cariño que yo siempre estoy dispuesto y si me dices que si quiero rollo...
Nos partimos de la risa y seguimos con nuestros quehaceres. ¡No tiene solución!
Y lo mejor del día, esta mañana he ido a un cliente que se ha quedado alucinado cuando le he dicho que tenía 37 años, ¡se pensaba que yo tenía máximo 30! Seguramente es porque no sabía que últimamente mi vista está perdiendo facultades y me fastidia, porque soy de las que se lee las etiquetas de absolutamente todo lo que compro y noto que cada vez me cuesta más... no obstante, me ha puesto siete años menos y eso es, en definitiva, lo que cuenta.
Os dejo una foto de mi súper teclado, que gracias a él he podido escribir esta líneas. Ah, y de fondo la escultura que ha hecho Júlia de una Menina de Picasso, me encanta.
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