Tras un mes escuchando "mama quan vindrá el Tió", "mama quan muntarem el Belén", "mama quand ve la navidad", "mama quan ve Papa Noel", "mama quan venen els Reis" ayer por fin hice espacio en el mueble librería y Jordi subió el Belén del trastero.
Vamos a ir en pequeñas dosis. Yo no lo quería montar todavía, quería esperarme a estos días de puente, pero por no escucharlas más, decidí que lo montaríamos este domingo por la tarde.
Este año, a diferencia de los años anteriores, solo he montado el papel de piedra de las montañas y suelo, he colocado el portal del Belén y el resto lo han montado ellas.
Tenemos que hacer una visita a la Fira de Santa Llúcia a ver con que lo ampliamos este año. El año pasado se nos colaron dos elefantes y este año un par de patos de plastelina que le hice ayer a Berta. El lago del pesebre está lleno de patos y bolas de plastelina, ahí no hay quien nade a gusto, hay overbooking.
El año pasado hice un horno de leña de "pestelina" (como dice Berta) y Júlia hizo unos panes buenísimos, hasta con las marcas del pan incluidas, pero como son tan pequeños y se caían, le dije que los enganchaba con pegamento. Y cogí la pistola termofusible y no sé como, después de poner todo el pegotón de silicona ardiendo, me tocó el dedo y al apartar la mano del panecito se dió la vuelta el muy cabrón y se me pegó en el dedo y me quemé. Y me salió una bullofa. Tuve el dedo dolorido hasta esta mañana... quién me mandaría a mi. El caso es que tuve que restaurar unas cuantas figuras, de algunas no encontramos las piezas, tenemos una vaca mutilada, le falta una pata, al pastór que lleva una oveja al niño se le rompió un poco el sombreo y ahora parece que lleve sombrero negro de ala ancha de medio lado, como la canción de Radio Futura...
Montaron el Belén y más contentas que unas pascuas. Todavía no hemos montado el árbol ni ha venido el Tió; cada año viene a la olorcilla de las galletas que hacemos, unas tres semanas antes de Navidad y se va en marzo, cuando estoy harta de darle golpes con el aspirador... pero ya se sabe, por los niños hay que hacer lo que sea y el tronco solo viene una vez al año. Lo ceban, lo miman, lo tapan con la mantita, le cantan una nana y lo ponen a dormir y luego el día de Noche Buena el pobre tronco en agradecimiento caga como un descosido un montón de regalos. Y nada más que por verles la cara de emoción durante todo el proceso vale la pena adoptar un tronco hasta el mes de Marzo.
Hoy he ido a Barcelona a la caza y captura de unos zapatos o botas o botines o lo que sea. Me niego a tirar la toalla, sé que en algún lugar me está esperando algo maravilloso para ponerme en mis pies y espero que sea rápido. Sigo con mi trauma de que "no encuentro nada que me guste y cuando lo encuentro vale una pasta, no bajan de 189 €" ¡vaya mer!
Nos hemos recorrido absolutamente todas las tiendas de Gracia, desde Plaza Lesseps hasta els Jardinets de Gràcia, Torrent de l'olla y sus travesías y estoy molida.
He estado mirando manteles, servilletas y complementos para montar la mesa de Navidad. Todo carísimo, tengo que darme una vuelta por Ikea y algunas tiendas más a ver que me encuentro y por supuesto estoy convencida que con un poco de ingenio tendremos una digna decoración para la mesa navideña.
Hemos comido en un japo mi cuñada y yo y luego hemos ido a buscar a las peques al cole y se han puesto como locas cuando han visto a su tía. "Vaya morra" me dice Julieta cuando se ha enterado que nos hemos ido de compras a Barcelona y en tren y ya me está reclamando ir ella también, así es que tendremos que montar otra excusión en manada para ir a ver aunque sea escaparates, ¿alguién se apunta? Quizás cuando no busque algo para mis pies aparecerá.
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