Pues tengo pendiente explicaros como fue el concierto de navidad de Júlia en el cole. Fue muy emotivo, la verdad. Son tan bonitos estos niños. El día 22 de Diciembre transcurrió frenético, como siempre. Hay que ver como son las cosas.
Por la mañana, a primera hora, llevé a Julieta al cole y como la conserge se jubilaba, los papas y las mamas le teníamos que obsequiar con una flor, una preciosa gerbera (la nuestra de color rosa por supuesto), pero para entregársela había una cola, que daba la vuelta al colegio, pero teníamos que hacerlo. Después de eso, dejé a Júlia en la clase y me fui a la biblioteca a escribirle unas palabras en un librito de recordatorio. ¡Que emotivo! Esa mujer es toda una institución en el colegio.
El concierto empezaba a las 10:30 h sobre las 9:30 h me fui al despacho a intentar solucionar una cosilla de un diseño y volví al concierto. Como ya iba justa de tiempo, salí con el coche a todo meter, y como siempre atascos (donde nunca los hay, como marca la Ley de Murphy). Además el buen samaritano que llevaba delante conduciendo, dejaba pasar a todo el mundo en los pasos de cebra y lo que no eran pasos de cebra y es que hay un lema local en este pueblo de Molins de Rei: los peatones cruzan por donde les sale de las narices y punto, te guste o no.
Caía una fina lluvia y estaba todo nublado, fue un día gris. Por fortuna, llegué puntualísima a las 10:30 h al concierto.
Cantaron los últimos y los esperamos con mucho entusiasmo. El resto de cursos lo hicieron también muy bien. A medio concierto, Jordi recibe un mensaje del contestador; era Rosa de la guardería de Berta, que Berta estaba fatal, con fiebre y que la fuésemos a buscar cuánto antes. En cuanto acabaron de cantar, Jordi se fue escopeteado porque tenía que ir a trabajar y mientras yo estaba en la clase de Júlia, deseándole feliz navidad a las maestras me suena el móvil. Cuando lo cojo, tenía 10 llamadas perdidas. Era mi jefe:
J - ¿Dónde estás?
M J - Pues en el concierto de la Júlia.
J - ¡¿ Quieres hacer el favor de ir a buscar a tu hija pequeña a la guardería que te han llamado que está hecha polvo!?
M J - Si, ahora voy.
J - Es que siempre que te llamo estás en los bares (jajajaja) - y se ríe... es que es un cachondo.
M J - Ahora voy a buscarla.
La cosa fue así: Rosa (la profe), llamó a mi casa, llamó a mis móviles, llamó al móvil de Jordi, llamó al trabajo de Jordi y del trabajo de Jordi, llamaron a mi trabajo. La recepcionista sabe que como nuestra empresa es cliente de la suya, pues ella se encargó de llamarnos. Se montó un pollo que para qué. Se enteró todo el mundo menos nosotros. En fin, a los cinco minutos me presento en la guardería y me encuentro a Berta estirada en su colchoncito durmiendo, hecha unos zorrillos. Estaba caliente, tenía fiebre. Lo cierto es que las dos noches anteriores había tenido 38,7 y 38,9.
Cuando estoy recogiendo a Berta, otra vez el móvil. El jefe.
J - ¿Has recogido ya a tu hija?
M J - Que sí. Me voy a urgencias a llevarla.
La lluvia empieza a apretar. Cargo todas las cosas de Berta en el coche: bolsa, cochecito, etc... me despido de la maestra, feliz navidad y esas cosas y me voy a urgencias.
Llego al parking de urgencias y está completo, por suerte un coche sale pero el hueco es bastante estrecho para el mío. ¿Qué coño hago ahora? ¡Y lloviendo! Si meto el coche no puedo salir por ninguna de las dos puertas, así es que tiro marcha atrás hasta que me permite abrir un poco la puerta y puedo salir. Entro en urgencias, le digo a la del mostrador si me puede echar un cable, saco a la niña del coche y me la aguanta un momento mientras aparco el coche como puedo. Saco a la niña, la meto en urgencias y se la endoso a la del mostrador, que se enternece cuando ve al angelito Berta con esas mejillas sonrojadas y esos ojos azul cristalino. ¡Cómo pesa!, me dice. Ya, le digo yo.
Salgo fuera de nuevo intento meter el coche lo más pegado posible al de al lado para poder abrir una puerta y salgo por la puerta del copiloto.
Subimos a urgencias. Berta solo quiere dormir y en bracitos. Dos horas y media con la niña en brazos y durmiendo, sin un triste punto donde apoyar el brazo. Como resultado dolor de brazo y espalda descomunal.
La pediatra me dice que no lo tiene muy claro y me manda a hacerle una placa. Confirmado: tiene principio de neumonía. Me pega una bronca descomunal por no haberla llevado antes a urgencias. Aguanto el chaparrón como puedo (por lo visto dentro de urgencias también llovía), reposo absoluto, antibiótico y me da hora para el día 3 de Enero.
Este hecho hace que todas las navidades cambien. Noche buena se hacía en casa de mis primas, se cambia a hacer en mi casa: vendrán mi hermano, cuñada y dos sobrinos y mi madre.
El día de Navidad, se hacía en casa de mi cuñado Manolo y también se cambia para hacerlo en mi casa: 22 personas, la familia de Jordi y además las tres consuegras de mi suegra y después se presentó mi madre que venía de comer de casa de mi hermano. Lo que yo digo, un día de estos viene cualquiera que pase por la calle. No hay problema hay sitio y comida para todos.
Después de urgencias me fui para casa y ya desconecté del todo, me dediqué en cuerpo y alma a cuidar a la Bertita que estaba hecha unos zorros.
Tenía que hacer unos presupuesto urgentes para este cliente nuevo que me ha entrado y mientras Berta dormía los iba haciendo, pero le entraba tos, se le caía el chupete, porque se ahogaba y no lo podía tener puesto y a la vez lloraba porque quería el chupete. El pez que se muerde la cola.
A las 16:30 tenía que venir mi madre a casa para yo poder ir a buscar a Júlia al cole y llevarla escopeteada a l'Escola Mpal de Música, porque tenían su especial de Navidad. Una clase abierta a los padres. No era bien, bien concierto.
Como siempre llego tarde a buscarla, ya que con tanta interrupción de la pobre Berta, (le tenía que dar el antibiótico, explicarle a mi madre como ponerle el termómetro, y enviar los malditos presupuestos) llego al cole derrapando con el coche como casi todos los días del curso.
Recojo a Júlia. Nos vamos para la escuela de música. Por suerte hoy he encontrado aparcamiento a la primera y sin zona azul. Llueve, sacamos los paraguas y Julieta va más despacio porque está pendiente del paraguas, lo tiene que coger con las dos manos porque si no no puede con él.
Llegamos a la escuela de música, le pongo los calcetines anti deslizantes y viene la profesora y se los lleva a la clase. Nos esperamos quince minutos y luego nos vienen a buscar a nosotros. En ese momento de calma, decido que me saco un café de la máquina y me fumo un piti fuera. El café cuesta 50 céntimos, le pregunto a la conserje si da cambio la maquinita del café y me dice que sí. Le pongo un Euro y la cabrona se traga los 50 céntimos de cambio. Se ha cobrado ella misma el bote de Navidad. ¡Qué cabrona, hay que jorderse! Decido que ya paso de los 50 céntimos y me voy a fuera a fumarme el piti.
Cuando entro hablo con una mama y un papa y en seguida viene a buscarnos la profesora de Julieta.
Entramos en la clase y los niños nos deleitan con todo lo que han aprendido durante el trimestre: tocan instrumentos, cantan, bailan, hacen música con instrumentos varios siguiendo una partitura gigante enganchada en la pared... son unos prodigios... hago unos cuantos vídeos con la cámara para que luego Jordi los pueda ver, ya que no ha podido venir esta tarde. La batería de la cámara está parpadeando porque me estoy quedando sin batería, pero al final consigo grabarlos todos.
Nos vamos corriendo para casa que está mi madre con Berta. Y por hoy se acaba de correr de arriba para abajo.
Hacemos los baños y la cena y cuando estoy agotadísima dando el antibiótico a Berta de nuevo y tratando de dormirlas, me suena el móvil.
Jordi me pregunta si lo coge o no. Le digo que claro, que lo coja. Era Alicia de gospel. Jordi me dice algo como que un compañero de gospel ha fallecido. No me dice quién. Pongo a Berta en la cama y el ansia y la curiosidad me puede. Salgo de la habitación, llamo a Alicia y me entero que nuestro Joan ha muerto a causa de un accidente laboral.
No puedo contener las lágrimas por la rabia, por la injusticia. Hace tan sólo dos días le envié un correo electrónico donde le daba la dirección de mi blog y le envié el libro que estoy escribiendo. Me pidió que se lo enviara. Me estaba echando un cable.
Júlia me espera en la habitación para que le cante el luralá. Entro a cantarle la nana, es como un mantra, pero hoy me cuesta mucho cantársela. El mantra se rompe con los sollozos y las lágrimas y los mocos no me dejan cantar como siempre. Estoy muy triste y necesito tener más información sobre el suceso. Doy un beso a las niñas, les digo que les quiero mucho, como cada día y salgo de la habitación, telefóno en mano a llamar a Rosana que tiene más información. Triste, muy triste. Impotencia. Rabia. Incomprensión. Pero hay que continuar luchando en esta vida. Por mis niñas. Por mi familia. Por mi familia gospeliana.
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