Como siempre digo, los lunes cuestan. Los días son como el Monopoly. No es como empiezan, es como se desarrollan y como acaban. Gracias a Diós ayer fue un gran día. Disfruté mucho en compañía de buenos amigos y las risas siempre sientan muy bien. No hay nada mejor que la risoterapia.
Me subo en la báscula. Esta vez ha sido benevolente. No he bajado ni un gramo, pero tampoco he subido. 58,400 Kg. A ver cuando llega el día que me planto en los 55 kg. Como cuestan los últimos kilos.
Desde el sábado tengo un terrible dolor en el hombro que me sube ya por las cervicales y sobre todo la clavícula. Parte derecha.
Hoy ha sido un dia negro en las carreteras, por la mañana he tardado 45 minutos en llegar al trabajo. Normalmente son 18 minutos. Ha habido un accidente en la autopista a la altura de Sant Feliu y había una cola tremenda.
He llegado al despacho y me he puesto a llamar por teléfono como una loca para concertar visitas. Hoy he conseguido cuatro. No está nada mal.
He salido un momento y he ido al bbva a sacar dinero. Cuatro personas delante. Señor cajero más lento que el caballo del malo. Al cabo de media hora, la que tengo delante que llevaba 35 minutos esperando no para de resoplar y resoplar, despotricar diciendo que son unos incopententes, que no sirven ni para estar escondidos... se ha pasado mucho rato protestando. Cuando le llega el turno, no le pueden hacer la gestión. No os cuento como ha salido del banco soltando improperios, lo más bonito que ha dicho "vaya puta mierda de banco de los cojones"... y es que no es para menos.
Vuelvo al despacho después de hacer los Euromillones. Mi jefe me pegó la bronca esta mañana por no haberlos hecho la semana pasada, culpándome de su desgracia de estar trabajando en vez de estar en el Caribe con la pulsera del todo incluido. También pasé por la frutería a comprar dos manzanas para mi segundo desayuno. Toda la mañana relamiéndome por los kiwis gold que me como cada día y hoy no habían... así es que manzanas.
He tardado en hacer esas gestiones tres malditos cuartos de hora. Yo estaba negra, porque he salido por un momento y se me ha hecho interminable.
Me preparo las manzanas y un cafelito. Me suena el móvil. En la pantalla del terminal reza "Cavall Fort". Chungo. Algo pasa. Rosa, maestra de Berta. "Berta 37,6º de fiebre". Esta mañana 37 y ahora le ha subido. Ha comido poco. Durmiendo. ¿Tengo que ir a buscarla?. No sé, yo te aviso para que te vayas haciendo una idea de recogerla más temprano. Mierda ¿y ahora qué?
Llamo a Jordi para que la vaya a recoger si puede, claro. Puede. Va. Llegan a casa. La niña no tiene fiebre. La niña no para de cantar. La niña no para de jugar y saltar. La niña no tiene mucha pinta de estar enferma.
Le digo a los jefes (encima de estar tres cuartos de hora fuera) que saldré antes, sobre las tres menos diez o las tres como muy tarde. No me gusta tener que plegar de trabajar, pero no me queda más opción. Berta está malita y está malita.
Pienso que voy a llamar a P. para que recoja a Júlia, ya que habíamos quedado que hoy iva a ir a jugar con I. a su casa. Nada más pensarlo y coger el móvil para llamarla, recibo mensaje:
¿Preparo café para esta tarde?. Era P. para confirmar si íbamos a su casa a jugar. La llamo y le comento lo que hay. Si puede recoger ella a Júlia ya que yo tengo que ir al pediatra con Berta, para que le eche un ojo. Si no voy y mañana vuelve a tener fiebre, como la lleve al segundo o tercer día que haya tenido fiebre al pediatra y me pregunten si ha tenido fiebre y me digan que por qué no la he llevado antes, ya veo lo que va a pasar. Bronca al canto otra vez. Y me harán sentirme una mala madre. Una madre irresponsable porque no llevo a mi hija al médico si lleva tres días con fiebre, bla, bla, bla... por ahorrarme todo eso, la he llevado al médico. Tiene moquitos y como no los suelta mucho, pienso que quizás se le hayan ido para los oídos y le hayan provocado una otitis. No sería la primera vez.
Me subo en el coche. Noticias en la radio. "Un gran accidente en la AP7 a la altura de Barberá del Vallés. Está cortada. 7 km de cola". Ha tenido que ser gorda. Entro en la autopista. Se confirma. Pantalla luminosa: "AP7 cortada por accidente". Si ha sido en Barberá y hay 7 Km de cola, la cola ya llega a Sant Cugat de sobras. Por suerte a la hora que yo he pasado llegaba la cola a la salida del Hospital General de Catalunya y no me ha pillado por los pelos. Si salgo media hora más tarde hubiese estado atascada hasta las seis de la tarde por lo menos. Las colas han llegado hasta el Papiol (Molins de Rei). Por lo menos he tenido suerte. Esa es la ruta que coge Jordi para ir a trabajar y le he dicho que se cogiera una alternativa.
Llego a casa. La niña no está durmiendo y tiene unas ganas de juerga tremendas.
Me pongo a comer. Hoy me tocan champiñones y pollo. A Berta le chiflan los champiñones. Se ha pasado todo el rato, encima mío diciendo "apiñó" (champiñón) y la mama "l'últim Berta, l'últim Berta" y se ha comido la mitad de champiñones de mi plato.
Le pongo la merienda (después de los champiñones), que mejor que un yogur con cereales (copos de maíz). Se los preparo en un bol y mientras se los come salgo un momento al patio del lavadero. De repente oígo como una tos muy rara. Entro corriendo y Berta se está ahogando con los malditos cereales. No me queda más remedio que hacerle la maniobra de Heinlich para que expulsara los putos cereales. Después del susto la niña ya no quería más cereales. No me extraña. Al final, estaban más blanditos (habían absorvido todo el yogur) y se lo he dado yo. Se los ha comido casi todos. Y de ahí a urgencias.
Llego al urgencias. Me encuentro con I. otra mama de la camarilla de mamas del cole. No hay cola. Sale una consulta y ya nos llaman. I. me dice que está encantada con su pediatra. Que le gusta mucho. Cuando se abre la puerta de la consulta y descubro que es el pediatra - valleta - quenuncatienennadalos niños. Me da algo.
I. me dice que es us pediatra. Le doy mi opinión acerca del tipo en cuestión. Ella me dice que su niño le han salido unos bultitos en la boca y que lo llevaba al dentista.
Contestación del pediatra - Mujer, para que lo vas a llevar al dentista y te vas a gastar el dinero. Esto no es nada.
Ella - Hombre, me pareció bien lo que me dijo. Decía que no era nada, pero es que hoy le ha salido ya hasta materia (pus). Llevo un año con este tema. Y hoy lo he traído precisamente por eso.
Sale el pediatra por la puerta. Nos llama.
Entramos. La ausculta. Le mira los oídos y justito, justito le mira la boca con el palito de madera.
Pediatra: No tiene nada.
Yo: ¿Entonces por qué ha tenido fiebre?
Pediatra: Tiene un catarro nada más, la fiebre es por el proceso vírico.
Yo: ¿Y los oídos?
Pediatra: No tiene nada.
Yo: ¿Y la tos? Eso no es nada. Un poco de tos.
Berta tosío con una tos de perro mientras la miraba con el fonendoscopio.
Pediatra: Si tiene fiebre le das el Dalsy. Si tiene fiebre los tres próximos días la llevas a tu pediatra.
Genial. Este pediatra fue el que me dijo que no tenía nada y cuando la llevé de nuevo a los dos días, la niña tenía principio de neumonía.
Este pediatra es el pediatra valleta. Imaginaros que os dais la mano con una persona a forma de saludo. Y cuando coges la mano del otro, no es una mano firme, es como si cogieras una valleta. Pues este pediatra todo él es como una valleta. Me pone nerviosa la manera de andar, de hablar. Lento. No le sale ni la voz, si es que le sale porque no habla nada. Ni te pregunta que le pasa apenas. No hace preguntas de exploración, como por ejemplo, ¿cuánto tiempo lleva así? ¿le has dado algo? O muchas preguntas normales que hace un médico para tratar de dar un más acertado diagnóstico. No te da el diagnóstico después de mirar a la niña. Siempre tienes que preguntarle, "bueno, ¿qué tiene?" y siempre la misma respuesta "nada, no tiene nada" "que se le pase el catarro y ya está".
Me pone de los nervios este tío. Le digo que por favor me imprima el informe para llevarlo a la guardería y de mala gana le da con el ratón al icono de imprimir. Hemos estado tres minutos dentro de la consulta y eso que he tardado más tiempo en ponerle y sacarle la ropa que él en mirarla.
Cuando salimos de la consulta I. me dice si la espero. Le digo que sí. Y mientras nos encontramos con una niña de la clase de Berta y su madre y les explico el cuento de la Caperucita Roja a las niñas, que nos habíamos llevado por si teníamos que esperar mucho rato.
Salen. I. con un mosqueo impresionante. Espero no haberle influenciado en mi opinión hacia su pediatra.
I - Pues no va ahora y me dice, que es mejor que lo lleve a un dentista porque el no lo ve claro...
Yo - Y eso que hace un año te dijo que para que lo ibas a llevar al dentista y gastarte dinero si no era nada y ya lleva la criatura un año con las molestas llagas y bultitos en las encías...
Estaba indignada. Despúes hemos comentado lo de la organización de la fiesta de cumpleaños.
Después del éxito de la fiesta de los cinco niños en el parque, estamos intentando organizar la macro fiesta de cumpleaños, con los niños de marzo y abril (ya que pilla semana santa), pero de las dos clases ya que hay unas gemelas y así matamos diez pájaros (diez niños) de un tiro. A ver si la podemos organizar. Tengo que enviar un mail a la delegada de la otra clase para que me pase los correos de las otras madres y ponernos de acuerdo. Organizar el cumpleaños con P. de I. y de Júlia fue fácil, pero montar y cordinar una macro fiesta de cumple en el parque con las dos clases puede ser de órdago. Si vienen todos son 50 niños, más los padres, más los hermanos, más si viene algún amiguito extra... nos denunciarán por botellón (aunque sean cacaolats y zumos).
Me voy a casa de P. a buscar a Júlia y estar un ratito. Por fin, después del estrés me he relajado jugando con la plastelina que tenía desparramada encima de la mesita del comedor. Hay que ver como me relaja la plastelina. P. me hizo un cafetito y estuvimos pasando un rato muy agradable. Ha estado muy bien. El próximo lunes, a mi casa.
19:20. Nos vamos de casa de P. y las meto en el coche. Hoy no cogí el cochecito de Berta y estaban tan agotadas que de casa de P. a mi casa (un minuto en coche) se han dormido las dos. Voy a entrar en el parking, miro mi ventana y todavía no hay luz. Eso quiere decir que Jordi no está y no sé como me lo voy a hacer para subir a las dos niñas dormidas y con mi hombro como lo tengo. Opto por despertar a Júlia, que me ha costado un ratito de arrumacos y besos y cojo a Berta en brazos. No se despierta para nada. Le ha cogido profundo. Debe de estar bastante cansada porque ella jamás se duerme en el coche en trayectos cortos. No es como Júlia que la ves cantando como las locas y de repente mutis. Cabeza caída. Dormida como un tronco.
Hemos llegado tarde y hoy no me he visto con fuerzas de hacerles el bañete, con lo cansada que estaba y el dolor que tengo, que es como un dolor de muelas, intenso y constante, durante todo el día. Me siento mala madre por no bañarlas hoy, pero luego yo misma me consuelo pensando "antes nos bañaban una vez a la semana, los domingos". Jolín, ¿y cómo podíamos aguantar toda la semana sin bañarnos? No quiero ni pensarlo demasiado. Eran otros tiempos.
Hemos preparado la cena. Les guardé champiñones del mediodía. Berta con el mantra: "apiñón. apiñon. apiñon. apiñon." Cada vez más fuerte. Cada vez llorando más. Ya a moco tendido. Y yo preparando la cena con una gran presión. Mientras iba haciendo las salchichas iba dándole champiñones a Berta para que dejara de llorar. Berta estaba muy cansada. Se ha zampado los champiñones y a omitido el resto: ni las acelgas, ni la salchicha. De postre petit suise, cepillarse los dientes y a dormir como una vendita.
Júlia ni ha probado nada de lo que había el plato. Después de negociar y pelear un buen rato, se ha comido media salchica, unos trocitos de champiñones (no muchos) y se ha comido una pera con piel (como a ella le gustan).
Mientras le explico la odisea a Jordi del bbva, me dice que su tarjeta del bbva, la tengo yo. Que me la dejó el sábado para ir a comprar. ¡Y es verdad! La tengo yo y me he cascado 35 minutos de cola en el maldito banco. ¡Qué rabia me ha entrado! Hubiese preferido permanecer en la ignorancia.
Pelea para que se lavara los dientes y hoy hemos explicado un cuento muy chulo, que está ilustrado con dibujos realizados en plastelina: "La abuela se va de viaje". Luralá y se ha quedado planchada en un momento.
Mientras le explico la odisea a Jordi del bbva, me dice que su tarjeta del bbva, la tengo yo. Que me la dejó el sábado para ir a comprar. ¡Y es verdad! La tengo yo y me he cascado 35 minutos de cola en el maldito banco. ¡Qué rabia me ha entrado! Hubiese preferido permanecer en la ignorancia.
Pelea para que se lavara los dientes y hoy hemos explicado un cuento muy chulo, que está ilustrado con dibujos realizados en plastelina: "La abuela se va de viaje". Luralá y se ha quedado planchada en un momento.
Y mi hombro cada vez me duele más. Me he puesto voltarén gel, pero creo que me voy a poner la almoadilla de calor y me voy a tomar un ibuprofeno.
No sé como me lo monto, pero cada semana me duele algo. Estoy harta ya. Parezco la pupas. A ver si va a tener razón mi cuñada Rosana. Será reuma o algo así. Me estoy haciendo mayor, el próximo 2 de marzo cumpliré 37 añazos ya.
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